La primera imprenta en el continente Americano fue en México en el año 1539

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Fundada en 1539 en la sucursal mexicana de la imprenta de Juan Cromberger en la ciudad de Tenochtitlán. Esta idea surge de la mente de Fray Juan de Zumárraga, ya que en su arribo a la Nueva España (1528) se dio cuenta de la necesidad de un taller tipográfico en el Nuevo Mundo.

Pues todos los libros, en su mayoría destinados para la evangelización, eran importados desde Europa y esto atraía mayores costes, además de atrasos en el desarrollo intelectual y espiritual de la colonia.

En 1539, Zumárraga llega a un acuerdo con Juan Cromberger y el virrey Antonio de Mendoza para establecer una imprenta en México. Para esta tarea recluta al italiano Juan Pablos, quien ya trabajaba para él en su taller ubicado en la ciudad de Sevilla (España) convirtiéndose en el primer impresor de la Nueva España, y de América.

El primer libro impreso por Juan Pablos, fue la “Breve y compendiosa doctrina cristiana en lengua mexicana y castellana”. 

La carencia fue una terrible acompañante de la imprenta mexicana en sus inicios, pues su dependencia a la casa Sevillana la mantuvo limitada por mucho tiempo, así en 1547 Juan Pablos presentó sus quejas ante los Cromberger a raíz de las escasas ganancias. 

Juan Cromberger muere en septiembre de 1540, un año después de la fundación de su sucursal americana y fue la viuda de Cromberger, Brígida Maldonado, quien tomó la decisión de traspasar el taller a Juan Pablos. Esta acción marcó el inicio de un nuevo impulso en la imprenta mexicana.

Juan Pablos, contrató a Antonio de Espinosa, fundidor de tipos y cortador de grabados o punzones. Con esta acción y pidiendo capital prestado inició un proceso de modernización de la empresa en cuanto al material tipográfico; imprimió algunos libros de la Universidad de México.

En 1558 le fueron retirados los derechos que le permitían ser el único impresor y comenzaron a establecerse nuevas imprentas. Al correr el siglo XVI se establecieron en la Nueva España 11 imprentas más, entre las que sobresalen: la de Pedro Balli (1574-1608); la del francés de Rouen Pedro Ocharte (1562-1592) que sobresalía por la calidad de sus impresos, y Antonio de Espinosa (1558-1576) que editó el Missale Romanum.

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